Iba cada día a querer verte en aquel parque de juegos de cemento que inventamos los niños de nuestro popular barrio . Ese que hicieron los túneles del tren que hoy pasan por el frente de nuestras casas. Risas y miradas de niños jugaban con los días eternos de aquellos años ochenta. Aquellos que vivíamos aun ajenos a los terribles sucesos que tiñeron de sangre las calles de nuestras ciudades.