«… Sí, respondió la voz de Osiris, muchos perecen en el descenso fatal. El alma es hija del cielo y su viaje es una prueba. Si en su amor desenfrenado por la materia pierde el recuerdo de su origen, la chispa divina que está en ella y que habría podido tornarse más brillante que una estrella, retorna a la región etérea como átomo, sin vida, y el alma se disgrega en el torbellino de los elementos groseros…». «…El destino de las almas irremediablemente bajas y malvadas, será su destrucción, que es la pérdida de toda conciencia…»
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